UNA VISIÓN ANATÓMICA Y FISIOLÓGICA

La cistitis es una de los motivos de consulta más frecuentes  en los centros de salud y en las propias farmacias, comprometiendo la salud y el bienestar de muchas personas. Todos conocemos a familiares y amigos que han sufrido cistitis y también a personas que la sufren de forma recurrente. Se considera cistitis recurrente o de repetición  cuando se producen tres o más episodios en el último año o bien dos o más episodios en los últimos seis meses.

Los síntomas más habituales son de sobra conocidos: molestias al orinar (disuria), ganas de orinar con frecuencia (poliaquiria),  urgencia miccional, incluso presencia de sangre en orina (hematuria).

Voy a abordar el tema en dos artículos distintos y, al menos en este primero que comparto hoy con vosotros, ofrecer un enfoque lo más ameno y didáctico posible. Vamos a explicar la cistitis desde un punto de vista anatómico y fisiológico intentando visualizar qué ocurre cuando se produce una cistitis y vamos a hacerlo tratando de realizar un pequeño viaje detallando el recorrido que tiene que completar un grupo de bacterias para poder colonizar la vejiga. En un próximo artículo hablaremos de cuáles son los métodos y herramientas a nuestra disposición para prevenirla.

La cistitis se define como una inflamación de la vejiga. Lo más frecuente es que esa inflamación sea causada por bacterias aunque también existen, muy raramente, cistitis víricas e incluso cistitis ocasionadas por hongos, si bien nos centraremos en las cistitis bacterianas que son las más habituales.

Las cistitis son mucho más frecuentes en las mujeres que en los hombres principalmente por razones anatómicas: el recorrido que conecta la uretra con la vejiga es mucho más corto y está situado más próximo al ano que en el caso de los hombres. Dentro de las mujeres son más frecuentes en la edad fértil y durante la menopausia pero menos habitual durante la infancia.

Lo primero que tenemos que tener claro que es que esas bacterias que colonizan la vejiga vienen mayoritariamente del intestino, con algunas excepciones como puede ocurrir en el caso de los pacientes institucionalizados o los sondados.

El intestino humano está habitado por miles de millones de bacterias. Para visualizarlo de forma clara pensad que hay más bacterias en el intestino que células componen el cuerpo humano. Se podría decir que “son más los de fuera que los de dentro”, lo que ya deja entrever que el mantenimiento de esta flora intestinal en unas condiciones adecuadas puede contribuir y ser un factor decisivo no solamente en la cistitis sino en otros muchos problemas de salud.

Las bacterias del intestino se encuentran presentes también de manera normal en una zona alrededor del ano denominada zona perianal. Si bien una higiene correcta (de adelante hacia atrás) puede ser un factor importante en la prevención de la cistitis, es necesario que sea correcta sin necesidad de ser obsesiva, pues la zona perianal siempre va a ser susceptible de estar poblada por estos microorganismos.

En condiciones fisiológicas la flora intestinal presenta un equilibrio entre aquellas bacterias que son beneficiosas para el organismo, principalmente bacterias del género lactobacillus, y aquellas otras que pueden ser perjudiciales. Son de hecho las primeras las que ejercen presión sobre las segundas limitando su crecimiento y manteniendo a raya el sobrecrecimiento de estas. La composición de la microbiota de la zona perianal va a depender por lo tanto de este equilibrio. La misma proporción de bacterias que habita el intestino se va a encontrar presente también en la zona perianal.

La zona perianal servirá de suministro intermitente de bacterias a la vagina en el caso de las mujeres. En el caso de tener una flora intestinal óptima, una buena parte de esas bacterias corresponderán al género lactobacillus.

Esta microbiota intestinal y perianal por lo tanto va a condicionar de manera decisiva la microbiota vaginal. La vagina es un ambiente favorable para el crecimiento de estas bacterias y en condiciones normales está poblada en un 70% por bacterias beneficiosas del género lactobacillus. Estos lactobacillus ejercen una presión y un control sobre las bacterias que llegan de la zona perianal, limitando su crecimiento. En la menopausia la bajada de estrógenos perjudica a esta población de lactobacillus, que se ve reducida y por lo tanto esa primera barrera de protección se ve menguada. Esto facilita que posibles bacterias uro patógenas provenientes de la zona perianal se puedan establecer y crecer.

Si las bacterias uro patógenas proliferan en la vagina aumentan sus posibilidades de dar el salto a la uretra y, a partir de ahí, colonizar la vejiga.

La bacteria protagonista del 90% de las cistitis es la Escherichia Coli. Estas bacterias uro patógenas se caracterizan porque tienen capacidad adhesiva y consiguen así trepar por el meato urinario llegando en su caso a colonizar la vejiga y produciendo una inflamación que cursa con los síntomas que ya conocemos.

Este es el recorrido que realizan las bacterias antes de instalarse en la vejiga. Podría parecer fácil, pero es un recorrido lleno de obstáculos y en condiciones normales no es sencillo completarlo. Por una cuestión meramente anatómica las mujeres ofrecen muchas más facilidades que los hombres. Como ya hemos dicho, la uretra es mucho más corta que la de los hombres, está situada más cerca del ano y la vagina hace de reservorio para las bacterias intestinales aproximando aún más a las bacterias uro patógenas.

¿Qué podemos hacer para fortalecer los obstáculos a este recorrido? ¿Qué no debemos hacer? ¿Cuáles son los productos existentes en el mercado más adecuados para mí? En la segunda parte vamos a tratar de presentar un resumen de las herramientas con las que contamos para prevenir este proceso haciendo hincapié tanto en los productos más habituales como los más novedosos, así como un repaso a las medidas higiénico dietéticas más importantes.

¡Esperamos que este primer artículo haya sido de vuestro agrado y nos vemos en el próximo!